Bestard Trek FF – Experiencia de una transpirenaica a pie

Un viaje de un millón de pasos entre el mediterraneo y el cantábrico con las Bestard Trek FF

Texto y fotos: Sergio Fernández Tolosa & Amelia Herrero Becker

Sergio Fernández Tolosa y Amelia Herrero Becker, autores de la web www.conunparderuedas.com, nos cuentan cómo fue su Transpirenaica a pie, por qué decidieron seguir una ruta completamente libre y qué sensaciones tuvieron con las Bestard Trek FF. Les preguntamos si volverían a elegirlas para un viaje similar y su respuesta fue: 

Por supuesto, además literalmente están como nuevas

Quien más, quien menos, todos sabemos que el viaje más inimaginable comienza con un solo paso. Que después, para seguir avanzando, sólo hay que dar otro, y otro, y otro más. Lo que sigue siendo un reto inalcanzable es comprimir una travesía de un millón de pasos en poco más de mil palabras. Más aún si el recorrido se desarrolla a lo largo de los Pirineos, uniendo el Mediterráneo con el Cantábrico. Entre los dos mares, un sinfín de valles y collados aguardan al transpirineísta que avanza con la casa a cuestas, cosiendo la arrugada y abrupta divisoria de la cordillera. Cuarenta días haciéndole cosquillas con los pies y los bastones a los caminos. Cuarenta noches durmiendo a lomos de un sueño de roca, bajo las estrellas.

El primer paso: El cómo

Aún a sabiendas de que resultará imposible encerrarlo todo en un folio y medio, demos la primera zancada y elijamos la ruta: ¿GR-10?, ¿GR-11? o ¿HRP?. ¡Otro reto difícil! Lo mejor será combinar las tres. Así podremos saltar de un lado a otro, improvisar el recorrido según el capricho de las nubes del cielo, conocer un poco de cada vertiente, viajando siempre en busca del sol, los pasos más altos o incluso merodear alguna cumbre si las fuerzas acompañan y la previsión es favorable.

En medio de los preparativos, también hay que sentar algunas bases: durante este viaje queremos estar el máximo tiempo en contacto con la naturaleza y ser lo más autónomos posible, tanto en equipo –llevaremos tienda, crampones y piolet– como en avituallamiento. Hemos decidido que sólo nos aprovisionaremos en pueblos, lo que implicará ir más cargados y diseñar la ruta de manera que podamos recalar al menos una vez por semana en lugares en los que haya tienda de alimentos.

La segunda casilla: El calzado

Antes del ceremonial baño en el Mediterráneo y sentir en las plantas de los pies los cantos rodados de la playa de Portbou, ha habido que tomar unas cuantas decisiones. Una de las más importantes es la del calzado. La mochila pesará bastante con todo el material y la comida necesaria para poder cubrir algunos tramos sin pueblos relativamente largos –de Andorra a Vielha, por ejemplo, calculamos unas 8 jornadas–. Ello hace que nos decantemos directamente por la opción bota.

Buscamos, por tanto, una bota polivalente, impermeable, resistente, cómoda y lo más ligera posible, pero que al mismo tiempo transmita la sensación de estabilidad y control constante, incluso con el mochilón cargado hasta los topes. Necesitamos que ofrezca el equilibrio ideal entre el aplomo necesario en las bajadas por terreno roto y el dinamismo del paso más liviano en zonas fáciles, que también las habrá.

En busca del calzado ideal, acudimos a Barrabés Barcelona y enseguida nos decantamos por las Bestard Trek FF. Cèsar, muy amable y experto, nos ayuda a elegir y determinar la talla correcta.

Bestard Trek FF, primeras impresiones

Las estrenamos sólo unos días antes de iniciar el gran viaje, dando un paseo por los senderos del Turó del Carmel –por aquel entonces vivíamos en la Ciudad Condal– y comprobamos que son unas botas muy diferentes a las que habíamos tenido anteriormente: son firmes, pero invitan a ir rápido. Evidentemente, cuando nos colguemos el peso en la espalda, la sensación será distinta, pero ahora, sin mochila, todo fluye. El pie se nota realmente protegido, al igual que el tobillo. La suela tiene la rigidez necesaria para moverse por terreno abrupto y sus 700 gramos por pie –en talla grande– te hacen sentirte rápido en tus movimientos (teniendo en cuenta que es una bota). El sistema de cordado es muy cómodo y preciso. El Quick-Lock permite ajustar la tensión de los cordones a placer y a la primera, según el terreno en el que nos vayamos a mover. En nuestros pies –la horma es más bien estrecha–, las FF Trek y FF Trek Lady son como guantes.

Cinco semanas y media

Las siguientes cinco semanas y media pasan a convertirse en una de las experiencias viajeras de las que guardamos mejor recuerdo.

Ya hace varios años que cada verano nos aventuramos en un viaje cicloturista en el que combinamos ciclismo, senderismo y algunas ascensiones a pie sin dificultad técnica: de Tortosa a Marrakech pasando por el Mulhacén y el Toubkal; de Portbou a Viena a través de los Alpes; la propia Transpirenaica en mountain bike aparcando las bicis a los pies de algunos tresmiles para subir caminando… Esta Transpirenaica a pie es nuestro primer viaje largo sin nuestras queridas bicicletas. Por primera vez, sentimos esa dulce y valiosa libertad de poder llegar a los lugares más hermosos, remotos y solitarios de forma autónoma. De poder dormir, si nos apetece, en la misma cumbre de la montaña. De pasar horas y horas, días y días, en espacios naturales a los que en pleno siglo XXI sólo se puede llegar a pie. De no tener que volver sobre nuestros pasos para recoger nada. De poder salir por el otro lado, pasar por arriba, viajar más alto.

El ritmo de la vida

En un viaje a pie aprendes a valorar el tiempo de otro modo. Lo primero que aparcas son las prisas. No se trata de un ejercicio de mindfulness ni filosofía zen. Es algo natural. Una cuestión de supervivencia.

Al poco de empezar, tras un período de adaptación que oscila de una persona a otra, la mente se resintoniza con la nueva realidad. Las cosas ocurren más despacio, pero no es un problema. Al contrario, es un sueño hecho realidad «Slow Life», lo llaman. Ya no te obsesionas por llegar, sencillamente disfrutas lo que tienes justo delante en cada momento, lo que hace que todo sea más intenso. Los pequeños detalles, las sensaciones, los colores, los sonidos, los sabores, la luz, los insectos, las hojas de los árboles, las flores.

En nuestro caso, empezamos a acompasar el ritmo vital con el de la cordillera a la altura del Canigó, que nos recibe poseído por las tormentas. Tras varios días de marcha por húmedos bosques de helechos cubiertos de musgo, la lluvia deja de ser el enemigo. La aceptamos como a una compañera de viaje que viene y va, pero que no se queda para siempre.

Cuando brilla el sol, aprovechamos para marchar más altos, perdernos por rutas menos pisadas y pasear por las cumbres. Y así, ya inmersos en el dinámico y constante sube y baja del viaje, vamos cruzando de un valle a otro: del Canigó al Puigmal, de Puigcerdà a Andorra, de Andorra al Val d’Aran…

Huellas imborrables

De toda la ruta, lo que más huella deja en nuestra corteza cerebral son los sectores más montañosos. Los más vírgenes, solitarios y abruptos. Los que sólo se pueden recorrer a pie (pero sin necesidad de cordarse). Con frecuencia, nos decantamos por las «caras B» de los grandes éxitos. Por ejemplo, esquivamos deliberadamente el Parc Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici.

En un viaje de tantos días, a veces los recuerdos se mezclan y confunden, pero coincidimos en una cosa; nos encantó empezar y terminar a orillas del mar. Lo volveríamos a hacer, pero es en el Pirineo Central donde disfrutamos más de la cordillera, donde nos apetece más regresar una y otra vez para hilvanar una ruta distinta, no porque sea mejor, sino por seguir descubriendo nuevos paisajes de los que te dejan en Babia durante horas.

Sobre las Bestard Trek FF, a estas alturas de la travesía, nos damos cuenta de que una bota es buena cuando después de tantos kilómetros no te ha dado ningún motivo, por pequeño que sea, para pensar lo contrario. Sencillamente, se comportan de maravilla en todos los terrenos.

Impermeables y duraderas

Tanto en el GR-11, el GR-10 o la HRP, a lo largo del viaje nos cruzamos con varios senderistas que hacen la ruta al revés. Identificarlos es fácil. Se diferencian de los excursionistas de un día en el tamaño de la mochila, pero también en la ropa, el pelo, el bronceado… Quizá incluso en la actitud, seguramente por lo del ritmo vital.

También conocemos algunos transpirineístas que viajan hacia el Cantábrico, con los que compartimos algunos ratos de marcha. Caminando juntos, confirmamos que en una Transpirenaica a pie, incluso ciñéndonos al GR-11, es imprescindible usar calzado con Gore-Tex. Si tienes cualquier atisbo de duda «porque es verano», se te borra de golpe cuando ves a alguien frente a ti haciendo equilibrios en vano, para atravesar un pastizal un poco inundado y terminar con los pies empapados.

También observamos la importancia de la durabilidad de los materiales. En la zona de Huesca, nos cruzamos con un transpirineísta que ha optado por zapatillas más ligeras, pues carga con menos equipo y se avitualla en refugios. Al llegar a Benasque, ha de renovar el calzado. Lleva días resbalando porque el dibujo de la suela ha desaparecido tras apenas dos semanas de caminata.

Por nuestra parte, después de aquella aventura hemos seguido utilizando las Bestard Trek FF en diversas travesías más breves, como el GR-221, por ejemplo. Sobre si volveríamos a elegir las Bestard Trek FF para un viaje de este tipo, sólo podemos decir una cosa: por supuesto. De hecho, llevaríamos las mismas, pues aunque de nuestra Transpirenaica a pie ya hace varios años, continúan en plenas facultades, listas para acometer otro viaje de un millón de pasos.

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Ficha de la travesía

Inicio: Portbou.
Final: Hendaya.
Época del año: julio-agosto.
Duración: 38 días.
Itinerario: combinación de GR-10, GR-11, HRP y algunos enlaces por otras sendas.
Orientación: cartografía en papel de la Editorial Alpina (en Vielha enviamos a casa la mitad de los mapas); para ahorrar batería, el GPS lo usamos sólo en caso de duda o niebla, por lo que no grabamos el itinerario.
Crónica completa del viaje: www.conunparderuedas.com